jueves, 31 de marzo de 2011

Decimotercera Cruzada Negra


Al tiempo que la plaga conocida como la Maldición de los Descreídos se extendía irremediablemente por varios mundos imperiales de los sectores Belis Corona y Agripina A, los cultos que predicaban que el Imperio había olvidado las enseñanzas del Emperador empezaron a proliferar. Estos cultos dictaminaron que la plaga era un castigo a los corruptos por su perversidad, que solo podría encontrarse la cura mediante las llamas y la purgación del dolor y que ellos serían quienes proveyesen ambas. En el Tramo de Malin y en Lelithar, el gobierno imperial se disolvió con el avance de la plaga, puesto que las autoridades no fueron capaces de contener a zelotes enloquecidos y vociferantes demagogos que arengaban a las masas, las enfurecían y las incitaban a cometer actos de vandalismo, destrucción y automutilación. Los símbolos imperiales eran atacados abiertamente y, durante unas semanas, la muchedumbre reemplazó el gobierno del Administratum en varios planetas.
Tales muestras de celo y derramamiento de sangre tuvieron su eco en la disformidad confiriendo al volátil immaterium una nueva y violenta vida. Los cauces de la tormenta de disformidad Baphomael se expandieron hasta envolver los límites del sistema Cadia y los astrópatas destacados en Kasr Partox informaron de haber sufrido visiones en las que vastas llanuras se extendían ante ellos llenas de cadáveres mutilados y en las que, en el horizonte, los planetas y las lunas ardían en llamas. Estos incidentes crecieron en número y se hicieron cada vez más presentes en todo el sector hasta que se manifestaron en su forma más horripilante en el mundo de Belisar, en la Cámara del Coro de los Astrópatas, en lo más alto del capitel de la Colmena Teriax. Durante una rutinaria sesión espiritual, el Adepto de Astrópatas mayor comenzó a convulsionarse mientras su piel adquiría brillo debido a la energía psíquica acumulada en el interior de su cuerpo. Automáticamente, se pusieron en marcha los amortiguadores de disformidad y los escudos de nulificación, pero ya era demasiado tarde, puesto que las incontrolables energías habían entrado como una explosión en el mundo real a través del psíquico y los nueve niveles superiores del capitel de la colmena se vaporizaron debido a la explosión que esta energía produjo.
Los signos eran inconfundibles y todo señalaba que iba a suceder una calamidad de terribles consecuencias. Sucesivas lecturas del Tarot del Emperador auguraban terribles hechos y por todo el segmentum empezaron a desarrollarse situaciones de horrenda naturaleza. Muchos de estos augurios resultaron ser falsos, pero los rumores y las habladurías pasaron de boca en boca y el miedo y la paranoia envolvieron poblaciones enteras y las sumieron en el pánico y la histeria. Miembros de la Clerecía Frateris (confesores, predicadores y cardenales) fueron destacados desde el Synod Ministra en Ofelia VII para proporcionar calma y guía espiritual y autoritaria, pero el pánico estaba tan extendido que sus voces pasaron desapercibidas y no fueron escuchadas. Cuando el miedo atenazaba los corazones de los ciudadanos imperiales (sumergidos ya en un mar de sangre y otros sucesos horribles), unos incursores desconocidos atacaron el mundo agrícola de Dentor. La tripulación de una fragata cargada con maquinaria agrícola descubrió este hecho; encontró poblaciones enteras pasadas a cuchillo y el horizonte en llamas. No se había producido saqueo alguno, por lo que resultaba imposible determinar las razones de este ataque. No se podía hacer nada y el informe de este suceso fue enterrado entre otros miles que llegaban a las manos de las autoridades del segmentum.
En Cadia, los adeptos dedicados a estudiar la función de los megalitos descubrieron que algo estaba sucediendo. Los megalitos, que habían permanecido inertes hasta entonces, empezaron a resonar con una vibración casi imperceptible. Se enviaron equipos para investigar este hecho y lo que descubrieron fue cuanto menos inquietante.
Se estaban produciendo fracturas microscópicas en las hasta entonces impenetrables superficies de los megalitos, que resonaban con una amplitud de onda parecida a la de un campo Gellar (el invisible campo de energía que protege a las naves que viajan a través de la disformidad). Parecía que los megalitos estaban intentando contener el 'poder de la tormenta de disformidad Baphomael y que, en el proceso, se estaban autodestruyendo.
Siguieron llegando a la comandancia del segmentum más y más informes de incursiones brutales que tenían muchos puntos en común con la matanza de Dentor. Asentamientos aislados de los sistemas Sarlax y Amistel sucumbieron ante los ataques de los extraños incursores, que llevaban a cabo agresiones cada vez más sangrientas y crueles. Los capitanes de navío decidieron patrullar por determinadas zonas del espacio de la zona este del sector Agripina A, pero su capacidad de actuación era pequeña y sus patrullas no servían de mucho.
El 31- Escuadrón de Destructores (Portadores de la Muerte), que operaba en Demios Binario, fue destruido al sufrir una emboscada cuando pretendía dar caza a los culpables de una de estas incursiones, en este caso en unas instalaciones de investigación imperiales cercanas al Tramo de Malin.
Fotografías de satélite tomadas por los equipos de salvamento recogían imágenes borrosas de lo que parecían naves de los Marines Espaciales que hubiesen sufrido algún tipo de extraña mutación atacando a destructores imperiales de la clase Cobra. Otras imágenes mostraban abordadores vestidos de azul y oro que tomaban los barcos y aniquilaban a sus tripulaciones. Como las agresiones siguieron produciéndose, la armada se vio obligada a retirarse a puerto y los estrategas tácticos descubrieron un mismo patrón en todos los ataques, que mostraba que existía un avance inexorable desde los subsectores exteriores hacia Cadia.
Conforme la armada del sector Agripina A se retiraba a sus bases, más y más desastres les acontecían a las fuerzas imperiales. En Lelithar, una poderosa figura emergió entre los dementados cultos y los fanáticos y se proclamó a sí mismo Voz del Emperador. Con su labia extraordinariamente convincente, hizo sublevarse a poblaciones enteras con la única ayuda de sus apasionados discursos y los fanáticos se hicieron con el control de aquellas instalaciones que aún permanecían en manos del Imperio, como espaciopuertos y bases militares fortificadas. Flotas completas de naves y almacenes enteros de armamento y munición fueron tomados por los seguidores de la Voz al tiempo que se lanzaban a la conquista de las estrellas. Sus emisarios viajaron por todo el sector y crearon cultos de la Voz en Yayor, Amistel, Albitern e incluso en el mundo penal de Barel. Los cultos de la Voz eran tan destructivos que consiguieron devolver algo de luz y vida a un Imperio herido. Los predicadores y los misioneros del Misionarus Galaxia destacados en estos planetas intentaron oponerse al poder que estaba adquiriendo este culto. La fe imperial resurgió como un fénix de sus cenizas y se disputaron múltiples batallas entre los seguidores de la Voz y los píos sirvientes del Emperador. Lejos de desaparecer la fe en estos sectores, hubo un resurgir de los votos religiosos. Se enviaron asesinos y equipos de ejecución a acabar con la vida del líder de este culto, pero ninguno tuvo éxito. La comunicación enviada por un asesino Vindicare antes de morir es la única pista que se tiene sobre la identidad de la Voz del Emperador: una figura encapuchada que porta una espada y dos pistolas repujadas de forma exquisita.
A pesar de que el gobierno imperial se estaba desintegrando en los sectores que rodeaban el Ojo del Terror, Cadia permanecía disciplinada. Para combatir la actividad del Caos (cada vez más frecuente y a mayor escala), los altos cargos militares ordenaron que todo regimiento de las Tropas de Choque se congregase en Cadia. Se construyeron cientos de nuevas pistas de aterrizaje en Kasr Tyrok y las infraestructuras necesarias para soportar una llegada de tropas tan masiva se obtuvieron de Kasr Holn, Kasr Helotas y Kasr Fremas. Millones de soldados se habían reunido ya cuando el regimiento de Volscan, considerado por muchos el más veterano y aguerrido grupo de combate del sector, aterrizó en Cadia. Gigantescas barcazas descargaron los transportes Leviathan en suelo cadiano y, cuando el alto mando se preparaba ya para recibir la salutación del regimiento recién llegado, los volscaneses revelaron su verdadero rostro. Estandartes con los blasfemos ¡conos de diferentes dioses del Caos colgaban de los transportes y sus armas de destrucción masiva abrieron fuego y destruyeron el Leviathan de mando del gobernador primus: Marus Porelska. Las tropas volscanesas salieron en tromba de los transportes y atacaron a los sorprendidos soldados de Cadia cayendo sobre ellos con su característica fiereza.
Se llevó a cabo una gran batalla alrededor del espaciopuerto durante más de una hora, aunque, con tantos defensores, la batalla solo podía tener un final. Los volscaneses resultaron derrotados, pero a un tremendo precio. El gobernador primus y la mayoría de sus oficiales estaban muertos y la estructura de mando que restaba en Cadia se esforzaba por mantener el orden. Al tiempo que los últimos núcleos de resistencia eran sofocados, el Gobernador de la Fortaleza, Ursarkar Creed, tomó el mando de las desorientadas tropas de Cadia y restableció el orden. Mientras Ursarkar Creed combatía en los sangrientos campos de Kasr Tyrok, el más leal consejero del gobernador secundus se desplomaba en la fortaleza de Kasr Vazan; su cuerpo empezó a pudrirse y a abotagarse de un modo familiar para los cirujanos del sector Cadia. Los kasrkin reaccionaron con asombrosa rapidez, aunque era demasiado tarde para los soldados de Kasr Vazan. En una hora, todo el fuerte había sido declarado impuro y sellado para siempre.
Ahora ya no cabía duda de que era inminente una incursión desde el Ojo del Terror y el recién elegido nuevo gobernador primus, Ursarkar Creed, ordenó a las tropas de Cadia que reforzasen las defensas y que se proveyesen de munición, material bélico y alimentos. Se enviaron peticiones de ayuda desde Cadia con los códigos de autentificación de mayor prioridad y, en cuestión de días, llegaron al sector grandes efectivos de Lobos Espaciales y de otros muchos capítulos de Marines Espaciales para unirse al combate. Se empezaron a reclutar tropas en los sectores vecinos al tiempo que el Administratum reaccionaba ante la amenaza con una rapidez nada habitual en una organización tan mastodóntica como esta. Las fuerzas imperiales también comenzaron a movilizarse, pero pasarían varias semanas (o meses) antes de que pudiera organizarse un contingente con la fuerza necesaria. Además, el Capitán Urquarn, comandante del Gloria de Abridal (un crucero clase Gótico), rellenó un informe sobre un monasterio fortaleza que se acercaba flotando en una especie de meteorito. Este informe no había sido confirmado y, puesto que la tripulación del navío sufría fatiga después de tantas jornadas de servicio, fue considerado el resultado de las alucinaciones de los cansados soldados.
Por si esto fuera poco, los escuadrones Cobra que patrullaban los límites del Ojo del Terror dieron aviso del avistamiento de varias naves eldars, aunque la armada fue incapaz de ponerse en contacto con los alienígenas porque la velocidad de sus navíos y su carácter esquivo lo impedía. La comandancia de la flota se asustó al conocer estos informes, pero los Eldars demostraron enseguida no estar interesados en el combate y no se produjeron incidentes entre ambas flotas. Se realizaron apresuradas investigaciones sobre los mundos que los Eldars estaban abandonando y estas revelaron que estaban dejando atrás unos artefactos que los astrópatas describieron como portales de disformidad que habían sido sellados recientemente y de manera permanente. Por qué los Eldars estaban sellando y abandonando sus preciosos portales de disformidad era una incógnita más entre el millar que se habían creado en los últimos meses y que no podían resolverse por falta de medios.
Mientras las fuerzas de Cadia se preparaban para el inevitable ataque, los sistemas Tabor y Ulthor fueron atacados, aunque esta vez las fragatas de la armada imperial estaban posicionadas para contraatacar. Tres escuadrones de destructores Cobra, junto con el crucero clase Lunar Goliat, persiguieron a los atacantes hasta los Estratos de Faberius, donde se desató una terrible batalla contra el Sangreoscura, un crucero clase Estigia. Este enfrentamiento le costó a la armada imperial gran parte del escuadrón de Cobras y el propio Goliat resultó seriamente dañado, pero, finalmente, los atacantes habían sido identificados. El Sangreoscura era un navío codificado como perteneciente al líder de los Amos de la Noche, Tarraq Sangreoscura, uno de los más terribles asesinos en una legión llena de los más sádicos carniceros. Antes de que pudieran llegar refuerzos imperiales, se detectó en los radares la presencia de una flota del Caos que se acercaba a gran velocidad y los navíos imperiales supervivientes se vieron forzados a replegarse y refugiarse en el puerto de Aurent.
Como parte de la vigilancia constante establecida alrededor del Ojo del Terror, unidades de kasrkin especialmente entrenadas fueron enviadas a la vorágine, puesto que el almirantazgo estaba desesperado por saber dónde tendría lugar el primer gran ataque. Las profecías astropáticas señalaban hacia el mundo de la plaga de Urthwart, donde parecía que se estuviese reuniendo una masiva fuerza de ataque. Urthwart era un mundo tomado por el Caos, su población estaba esclavizada y era sacrificada a los dioses oscuros. Los kasrkin no encontraron vida en Urthwart, tan solo muerte y zombis de la plaga consumidos por la Maldición de los Descreídos. Pero, cuando los kasrkin empezaban a prepararse para la retirada, una frenética comunicación desde las naves en órbita informó de que una gran flota avanzaba sobre Urthwart desde el Ojo del Terror. Los kasrkin se apresuraron a volver a sus transportes, pero ya era demasiado tarde; las naves imperiales o habían sido destruidas o habían tenido que poner rumbo a Cadia y huir. No había escapatoria y los cadianos fueron abandonados en Urthwart mientras una monstruosa y gargantuesca nave oscurecía el cielo: el Revientaplanetas.
Abandonados a su suerte, los kasrkin no pudieron hacer nada cuando el increíble poder del Revientaplanetas fue liberado en un rayo de energía que alcanzó el planeta y atravesó su corteza. La tierra se partió en pedazos y el núcleo explotó diseminando trozos de Urthwart por todo el sistema. La destrucción de Urthwart resonó en la disformidad dispersando las tormentas invasoras y todo telépata a un millar de años luz sintió su muerte. Al mismo tiempo que Urthwart era destruido, una flota del Caos de miles de naves de guerra y transportes surgió de las profundidades del Ojo del Terror rumbo a Cadia. Los infestados Garra de Plaga y Terminus Est, junto con una masiva flota de navios de la plaga, emergieron en el sistema Subiaco Diablo y comenzaron a sembrar la plaga por todo el sector. Con la flota del Caos, y escoltadas por los acorazados Muerte Impía y Fortaleza de la Agonía, hicieron su aparición las dos Fortalezas Negras de Abaddon. Aunque antaño sirviesen a los intereses imperiales a modo de bases navales, ahora se habían convertido en retorcidas y mutantes catedrales, dedicadas a la sangre y a la muerte.
Patrullas navales, avisadas por los astrópatas supervivientes de Belisar, cayeron sobre la marea de corruptos navíos mientras pedían ayuda desesperadamente a los sectores vecinos. La prohibición de tránsito entre sectores aún estaba vigente y los capitanes de navío perdieron horas preciosas luchando contra la burocracia del Oficio Medicae, que intentaba evitar que las naves abandonasen la cuarentena y volviesen al servicio. Las naves que lograron burlar la burocracia se reunieron en el sistema Ormantep bajo el mando del Almirante Pulaski, dispuestas a combatir y a morir si con ello conseguían dar a Cadia el tiempo suficiente para reaccionar. A diferencia de lo que sucedía habitualmente en las batallas navales, sus enemigos no maniobraron buscando posiciones estratégicas ventajosas. Era obvio que la flota del Caos únicamente pretendía seguir adelante, por lo que intentó cortar como un cuchillo a la flota imperial. La batalla tuvo lugar en el Cinturón de llthirium, un asteroide rico en mineral y usufructuado por Ormantep.
Aunque la flota leal al Emperador era ampliamente superada en número, combatió según los estándares de la armada imperial: coraje, honor y tenacidad. Docenas y docenas de naves sucumbieron ante las primeras andanadas de torpedos y los continuos ataques de los bombarderos Condenación, pero el resto de la flota siguió combatiendo. Minutos después, la batalla empezaba a volverse desesperada y las naves comenzaron a abordarse. La flota leal estaba ralentizando tanto el avance de la flota del Caos, que parte de esta se vio obligada a separarse y poner rumbo al sector Agripina A. Durante largas horas, ambas flotas se asestaron tremendos golpes una a la otra, aunque toda esperanza pareció perdida cuando el buque insignia del Almirante Pulaski, el Honor y Deber, fue destruido por una explosión de plasma. Los defensores habían empezado a encomendar sus almas al Emperador cuando varios navíos del Caos que habían estado guardando posiciones de bloqueo fueron destruidos por los efectivos de la Flota Agripina A, que acababa de llegar y los había cogido desprevenidos. Dirigidos por el Almirante Quarren, los refuerzos imperiales recién llegados abrieron un camino para que la maltrecha flota imperial pudiese huir a Demios Binario.
Aunque Quarren había salvado a los supervivientes de la flota imperial, con ello también había dejado desprotegido el sector Agripina A, que ahora podía ser atacado con facilidad por la flota del Caos. Los sistemas del sector Agripina A apenas tenían defensas para protegerse de los corruptos seguidores del Dios de la Plaga. Pronto los mundos del sector Agripina A y del subsector Belis Corona fueron atacados y sumidos en el horror y la guerra. En Amistel Mayor, Marines de la Plaga de Nurgle diezmaron las defensas locales antes de que la Guardia del Pantano de Drook pudiera desembarcar en el planeta y ayudar a sus indefensos habitantes. La plaga segó miles de vidas y los campos verdes del planeta se convirtieron en cementerios al aire libre donde se amontonaban los cadáveres. El Coronel Pertaj orquestó una magnífica defensa, con un inteligente sistema de trincheras que confundiría al enemigo y le llevaría a caer en trampas mortales. Pero el coronel no vivió lo suficiente para ver la eficacia de su plan, puesto que la plaga acabó con él antes del primer gran enfrentamiento de la guerra. Marines Espaciales del capítulo Grifos Aullantes intentaron romper el bloqueo del Caos escoltando a las fragatas de la Legio Astorum, con la idea de hacerse cargo de las defensas antes de que se produjeran los primeros ataques. Solo los Marines Espaciales con su santificada servoarmadura y los Titanes eran capaces de sobrevivir a la toxina que había sido extendida por todos los campos de batalla. Aun así, la típica rapidez de las tropas del Adeptus Astartes se vio comprometida por el virus y los Marines Espaciales tuvieron que entregarse a una guerra de desgaste en las trincheras. Ambos bandos combatían de manera obstinada, cada uno de ellos negándose a entregarle el mundo al otro.
En Lelithar, el mundo originario de la Voz, los soldados de la Guardia Imperial de los Dragones de Jouran y los Titanes de la Legio Ignatum desembarcaron en Gorgosa y pusieron bajo asedio el palacio imperial, cuartel general de la Voz. Este asedio trajo consigo millones de muertos en la capital, puesto que la población nativa se alzó contra los soldados de la Guardia Imperial. El asedio continúa hoy día con el apoyo del capítulo Espectros de la Muerte, pero sigue sin tener un final claro.
La plaga reptaba por la superficie de cada uno de los planetas y caían tantos soldados víctimas de la plaga como de las armas enemigas. En el espacio, el Almirante Quarren dirigió la flota imperial hasta Cadia y la dispuso de forma estratégica junto a tres fortalezas estelares clase Ramilies. La flota del Caos avanzaba hacia Cadia y solo se detuvo para que las Fortalezas Negras pudieran reducir Demios Binario a polvo. Los navios del Caos no tardaron en superar las defensas de Solar Mariatus, el planeta más alejado del sistema Cadia, y cayeron sobre su superficie cientos de cápsulas de desembarco llenas de Catafractos de Volscan traidores, que no tardaron en arrebatar al 239 de Cadia las valiosas refinerías de mineral del planeta.
Las fuerzas traidoras establecieron aquí una base de operaciones desde la que podrían coordinar los ataques que se lanzasen contra el sistema. Esperanza de San Josmane no tardó en caer, puesto que los presos de este planeta se sublevaron contra sus vigilantes en cuanto supieron que los Mancilladores, legión de Marines Espaciales renegados, atacaba el planeta. Se produjeron encarnizados combates en todo el continente prisión y muchos de los celadores guardaban una bala para ellos porque sabían lo que suponía caer en manos de este enemigo. Aunque los prisioneros recibieron a los Mancilladores como libertadores, no tardaron en darse cuenta de su equivocación, puesto que a los pocos que dejaron con vida los esclavizaron. El sistema Cadia se llenó de navíos enemigos, algunos de los cuales eran eliminados por naves eldars que desaparecían tan misteriosamente como habían aparecido. Aun así, el grueso de la flota del Caos seguía avanzando hacia Cadia.
El Almirante Quarren había hecho lo que había podido, pero la enorme flota del Caos no podía ser detenida y, tras tres días de duro combate, la mayoría de las naves de su flota habían sido destruidas. Las pocas naves que habían podido escapar se dirigieron al mundo forja Kantrael con la esperanza de poder ser reparadas y rearmadas a tiempo de volver para enfrentarse al Caos. Solo una de las fortalezas estelares clase Ramilies cayó ante el enemigo; las otras dos lograron autodestruirse sobrecargando sus reactores antes de ser capturadas. Ahora que el espacio alrededor de Cadia estaba asegurado, comenzaron los bombardeos orbitales y, una a una, las baterías defensivas fueron silenciadas. Cientos de barcazas de transporte tomaron posición en órbita y soltaron su corrupta carga en forma de deformes cápsulas de desembarco que se abrieron paso a través de la atmósfera del planeta.
La invasión de Cadia había comenzado.

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